Lee la historia
Sarai terminó de limpiar un plato sucio echando los restos en el mejor de los cestos de basura: la boca abierta del sobrino de su esposo, Lot (que tendría que haberse llamado “León”, por lo que comía).
“¡Ahí estás!”, exclamó al ver a su esposo Abram entrando a la tienda. “¿Llegas dos horas tarde a comer y ni siquiera puedes tomar un cuerno de carnero y llamarme para avisar?”
“Sarai,” dijo Abram casi sin aliento, ignorando por completo la mirada airada de su esposa, “¡tengo noticias maravillosas!”
“A menos que me digas que traes un cheque de la Lotería de Ur, por el gran premio, no quiero escucharte.”
“Escucha, ¿quieres?” Abram tomó a su esposa por los hombros y la miró con ojos desorbitados. “Hoy, el Señor me habló.”
“¡Oh, no!”, gritó ella. “¿Esto no será otra de tus maravillosos planes, verdad, Abram? ¡Recuerda que todavía tenemos 5.000 cajas de M&M para vender!”, dijo señalando una pila de cajas amontonadas en un rincón de la tienda. “Me dijiste: ‘Podemos ganarnos un televisor gigante’, pero claro, ¿donde lo conectaremos, eh? ¡Y tengo que quedarme sentada cuidando esos M&M como si fuera un halcón, antes de que Lot se trague hasta el último!”
“Escúchame, mujer”, repitió Abram. “Hoy, el Señor me habló y me dijo: ‘Vete de tu país, de tu familia y de la casa de tu padre, y ve a la tierra que yo te mostraré’.”
“¡Ay, ay, ay! ¡No puede ser que hables en serio!”
“Me dijo: ‘Haré una gran nación de ti, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás de bendición’.”
“¡Qué bendición ni bendición! ¿Y yo qué, señor “gran nación”? ¿Alguna vez se te ocurrió preguntarme qué es lo que yo quiero? ¿Alguna vez pensaste en preguntarme si quiero dejar mi club de señoras y mi peluquería? ¿Y Lot? ¡Tendremos que cambiarlo de escuela!”
“Él no va a la escuela, querida”, suspiró Abram. “Estamos en el siglo XIX antes de Cristo, recuérdalo.”
“No me importa.” Sarai se echó, furiosa, sobre unos almohadones ricamente bordados, y cruzó los brazos con gesto de determinación. “Yo no me muevo de aquí.”
Sarai no es la única que reacciona de esta forma; muchas personas odian mudarse. Pero aunque no le hubiera parecido odioso mudarse, probablemente aún se hubiera quejado ante Abram, porque él no le estaba pidiendo simplemente que cambiaran de lugar; estaba pidiéndole que saliera de su “zona de comodidad” para entrar en una “zona de peligro”.
Imagínate si Dios te pidiera que dejaras el único lugar donde has vivido toda tu vida, los únicos vecinos que has conocido, la única familia que has tenido, para seguirlo a “la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Imagínate si te dijera que empaques tus cosas y le digas adiós a todo: a tu escuela, tus amigos, el centro de compras... y que sigas por un camino donde ni siquiera sabes dónde está el próximo McDonald’s o dónde debes detenerte. Si no sabes adónde vas, ¿cómo sabrás cuando hayas llegado?
Eso es lo que Dios le pidió a Abram que hiciera. Le dijo que saliera de su zona de comodidad y se dirigiera directamente a la zona de peligro. Y, para sorpresa de muchos, Abram lo hizo.
Eso es lo que Dios te pide a ti que hagas, también, si deseas experimentar el estilo de vida vertical. Algunos pasos que debes dar para ser santificado “por completo” (1 Tesalonicenses 5:23) quizá te causen temor, como si dieras un paso hacia lo desconocido. Quizá sea algo así como arreglar una cita con alguien que no conoces o inscribirte para ir a un viaje misionero; no estás seguro de qué sucederá, ni de si te gustará lo que suceda.
Pero si de veras quieres vivir la vida vertical (¡y si has llegado hasta esta altura del libro, no dudo que así sea!) probablemente tendrás que salir de tu zona de comodidad y meterte en la zona de peligro, en un lugar donde nunca estuviste antes. Darás pasos que nunca diste antes, harás compromisos que nunca hiciste antes, y quebrarás patrones profundamente establecidos en ti que nunca cuestionaste antes.
Naturalmente, siempre puedes quedarte en la zona en que estás cómodo y convertirte en un “gato de almohadón” espiritual. O puedes entrar a la zona de peligro y convertirte en un Indiana Jones espiritual. Es un llamado personal, pero probablemente ya sepas cuál es la decisión que Dios desea que tomes.
En tus propias palabras
Reflexiona un poco más acerca de tu entrada en la zona de peligro completando lo siguiente:
• Lee Hebreos 11:8-19, que habla un poco más de Abram (posteriormente llamado Abraham), y su entrada a la zona de peligro. ¿Qué cambios enfrentó Abraham como consecuencia de seguir a Dios hacia la zona de peligro?
v. 8
v. 11
v. 17
• ¿Cuál/es fue/ron el/los resultados de que Abraham entrara a la zona de peligro? (Marca todos los que corresponda):
__Se convirtió en el fundador de una religión
de alcance mundial
__Tuvo siete hijos
__Se convirtió en amigo de Dios
__Se convirtió en presidente de la Argentina
__Se convirtió en padre de muchas naciones
__Se convirtió en el hazmerreír de sus amigos
y de su familia
• ¿Qué es lo que más temes en cuanto a seguir a Dios y entrar a la zona de peligro del compromiso radical y la vida vertical?
Toma unos momentos para contarle a Dios tus miedos y entregárselos a él en oración.
¡Me gustó mucho! Va a servir de mucho para ganarse gente para cristo.
Dios les siga usando por este medio! Este material sera de bendición para muchos!
maravilloso mateial, daptado d manera didactica y util para los adolescentes de hoy en diam Dios siga enviando sobre ustedes sabiduria….
muchas bendiciones.
buen material ….muchas gracias
Excelente material gracias por compartirlo