Lee la historia
La noticia corría por toda la escuela. “¿Escuchaste las noticias sobre Yanina?” preguntó Carla, tomando por el codo a su mejor amiga, Ana.
“¿Si escuché qué?” preguntó Ana, mientras caminaba junto a su amiga por el pasillo de la escuela.
“¡Se lo hizo!”
“¿Se hizo qué?”
“Ya sabes...”, insistió Carla, guiñándole un ojo.
“No, no lo sé”, dijo Ana, mientras cambiaba su bolsa de libros de un hombro a otro. “¿De qué estás hablando?”
“Ella dijo que estaba pensando en hacerse una liposucción en los muslos, ¿recuerdas?”
Ana sacudió la cabeza negativamente. “¿Liposucción?”
“Ya sabes,” repitió Carla, “es cuando te cortan la piel y toman una especie de aspiradora y succionan toda la grasa.”
“Oh”, dijo Ana. “Sí, recuerdo algo de eso.”
“Bueno, ¡lo hizo!” No puedo creerlo. ¡Lo hizo! Tendrá que estar en reposo en su casa durante algunos días. ¿Quieres ir a verla conmigo?”
Ana se detuvo y movió ligeramente la cabeza. “Sí, sería bueno.”
“Bien, pues cuando lleguemos, si tiene las piernas cubiertas con una manta o algo, mientras tú la distraes, yo encontraré la manera de quitarle la manta para ver cuánta grasa le quitaron, y... ¡Ay!”
Carla debió interrumpir el relato de su plan cuando Ana le dio un golpe en la cabeza con el libro de Historia.
“¿Por qué hiciste eso?” preguntó Carla, restregándose la cabeza y mirando con ojos doloridos a su amiga.
Ana no contestó y se limitó a sacudir la cabeza. “Creo que te vendría bien una liposucción de grasa de tu cerebro”, dijo finalmente.
Carla no es la única a la que le vendría muy bien una liposucción “poco convencional”. En realidad, es otro tipo de liposucción la que necesitamos; en cierta forma, es el primer paso hacia la vida vertical, una liposucción espiritual que comienza con una confesión profunda, de corazón.
Si deseas ser santo, si deseas una vida de comunión estrecha con Dios, una vida de victoria sobre el pecado, debes comenzar con una oración como la de David:
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
Y ve si hay en mí camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno.
(Salmo 139:23, 24)
Con la ayuda del Espíritu de Dios, debes examinar tu corazón en busca de cualquier cosa (cualquier acto, cualquier actitud, cualquier afecto) que sea ofensivo para Dios.
Como un perro de caza siguiendo a su presa, debes buscar e identificar sin piedad cualquier acto pecaminoso. Debes plantearte preguntas como: “¿He mentido o actuado en forma lujuriosa? ¿He lastimado o engañado a alguien? ¿He hecho cosas que no debería haber hecho, o he evitado hacer cosas que debería haber hecho?”
Debes examinar tus actitudes, y preguntarte: “¿Estoy incubando odio o rebelión en mi corazón? ¿Estoy fomentando un espíritu de envidia o de orgullo? ¿No estoy dispuesto a perdonar a alguien? ¿No puedo amar a alguien?”
También debes confrontar tus afectos, preguntándote: “¿Estoy amando las cosas que Dios odia? ¿Hay algo que sea para mí más valioso que Dios? ¿Estoy tolerando afinidades o acercándome a cosas o personas que ofenderían a Dios?”
Cuando hayas examinado de esta forma tu alma, puedes confesar a Dios cualquier “camino de perversidad” que esté en ti, y continuar con el siguiente paso hacia la vida vertical, que es la limpieza.
Hace muchos años, los indios nativos de los Estados Unidos tenían una costumbre: cuando tomaban prisionero a un jovencito o un niño blanco: realizaban una ceremonia por medio de la cual adoptaban oficialmente al niño dentro de la tribu. Los miembros de la tribu llevaban al cautivo junto a un río o un lago, y allí, varios de los nativos tomaban gruesos cepillos y mantas y frotaban vigorosamente la piel del cautivo.
Finalmente, cuando la piel del niño quedaba casi en carne viva, la ceremonia se consideraba completa. Se creía que de esta manera, lo “blanco” había sido quitado por completo de la piel de la persona y, por lo tanto, de su alma. A partir de ese momento, el niño era considerado miembro pleno de la tribu. Esa limpieza había constituido un nuevo comienzo; a los ojos de la tribu, su pasado había desaparecido por completo.
Esto es algo similar a lo que Dios promete al joven o a la jovencita que confiese sus pecados no perdonados y busque un nuevo comienzo. Una vez más, puede comenzar con una oración como la de David:
Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Salmo 51:2, 7, 10)
No importa si tu vida ha sido una larga historia de pecado e impiedad; no importa si hasta ahora has vivido gran parte de tu vida ignorando a Dios; no importa si tu vida hasta ahora ha sido una larga cadena de venir a Dios, y luego pecar, venir nuevamente a Dios y volver a pecar; no importa si tu vida hasta ahora ha sido inconsistente, inestable y sin dirección.
¡Dios puede hacerte esta “liposucción de corazón”! Él puede entrar en tu corazón manchado por el pecado y limpiarlo por completo, dándote un nuevo comienzo. Lo único que debes hacer es confesar tus pecados y pedirle a él que los perdone y te haga comenzar a caminar en el “Camino de Santidad” (Isaías 35:8).
En tus propias palabras
El libro de 1 Juan, en la Biblia, tiene algunas cositas que decir en cuanto a esta “liposucción de corazón”. Completa lo siguiente y luego comprueba tus respuestas leyendo los versículos correspondientes: (encierra en un círculo tus respuestas)
1. “Si decimos que no tenemos pecado...” (1 Juan 1:8)
a. Podemos salvarnos de un montón de cosas
b.Nos engañamos a nosotros mismos.
c. Somos candidatos a que nos elijan como líderes de la iglesia
d. Podemos ser maestros de la clase bíblica de adolescentes
2. “Si confesamos nuestros pecados...” (1 Juan 1:9)
a. Los demás nos despreciarán
b. Dios nunca nos permitirá olvidarlos
c. Podremos impresionar a los demás por lo malos que éramos antes de conocer a Cristo
d. Dios nos perdonará y nos limpiará de toda maldad
3. “Sabéis que él [Cristo] apareció para...” (1 Juan 3:5)
a. Quitar nuestros pecados.
b. Que tengamos algo que hacer los domingos.
c. Que los pastores tengan trabajo.
d. Que podamos ver qué aspecto tenía.
• ¿Has experimentado la “liposucción de corazón”? ¿Ha sido limpiado tu corazón de todo pecado por el poder de Dios? Si no es así, ora a Dios en voz alta el Salmo 51:1-12, haciendo de él una verdadera plegaria del corazón.
Que Dios bendiga la vida de cada uno de los diseñadores de esta página es una bendición para el cuerpo de cristo.
que lindo.. gracias por crear esta pagina que ayudara mucho no solo a los jovenes si no que a los adultos tambien.
DIOS LES BENDIGA ES EXELENTE MUY BUENO QUE BENDICION.
Muy bueno, lo utilizare con juveniles y jovenes. GRACIAS.DIOS LES BENDIGA